en Internet, Telecomunicaciones

¿Viene el exaflood?

Exaflood es el término acuñado para definir el posible colapso de Internet por la sobrecarga de tráfico de Internet. Sobre el tema el conocido diario británico The Economist, la prestigiosa revista británica, ha publicado y colgado el 4 de diciembre un artículo (Surviving the exaflood) donde nos detalla tanto las más dramáticas profecías como aquellas posiciones que las desmienten. No debo señalar que vale la pena leerlo.

El neologismo (del exabyte, 1018 bytes o mil millones de giga bytes) fue acuñado por Brett Swanson, del Discovery Institute, que predijo en enero del año 2007 (The Coming Exaflood) que Internet no está ni remotamente preparado para manejar el diluvio de datos que está procesando en la actualidad. Swanson, trabaja hoy en Washington en la Fundación para la Libertad y el Progreso (Progress and Freedom Foundation) considera que existen varias tecnologías que son capaces de generar extremadamente una gran cantidad de tráfico, como los sitios de video sharing, videoconferencia, descargas de películas, juegos en línea, televisión sobre protocolo de Internet, los video teléfonos, imágenes médicas a distancia y servicios de back-up que almacenan documentos en línea. YouTube generó solo más tráfico en Internet en el año 2006 que todo el Internet en el año 2000.

No es el primer caso, tampoco será el último. En 1995 Robert Metcalfe, el famoso ingeniero que elaboró la Ley de  Metcalfe y fundador de 3Com, predijo en un artículo que Internet sufriría un colapso aproximadamente en los próximos años. Para reforzar su apuesta, prometió comerse sus palabras si esto no legaba a suceder, al parecer las tomó literalmente. En 1997 con ocasión de la Sexta conferencia internacional de la World Wide Web, Metcalfe tomó una hoja con su columna y tras mezclarla con un liquido amenazó con comérsela. Finalmente no se la comió por las protestas del respetable que decidieron liberarlo finalmente de tal carga.

Anécdotas a parte, Nemertes, una consultora de investigación de mercados, publicó un documento (Internet Interrupted: Why Architectural Limitations Will Fracture the ‘Net) a fines del año pasado donde advertía que la demanda de los usuarios de Internet podría superar la capacidad de aquí al 2010. El costo global de mejorar la red para evitar una disminución en la calidad del servicio ha sido calculado por Nemertes en $ 137 mil millones de dólares (una bicoca si vemos los que está costando la crisis del sistema financiero americano) para los operadores de redes de los Estados Unidos, los cuales estarían invirtiendo un 60-70% menos de lo que debieran para mantener Internet indemne de riesgos. 

Sin embargo, tal como señala la nota, carece de sentido exponer datos sobre el crecimiento del tráfico de forma aislada, si no se tiene en cuenta la capacidad. Según TeleGeography, una consultora con sede en Washington, el crecimiento del tráfico superó el crecimiento de la red durante varios años después de 2002. Lo cual no era de extrañar por el exceso de capacidad resultante luego de la explosión de la burbuja de Internet. Sin embargo, apuntan, en los años  2007 y 2008, esta situación se ha revertido y la capacidad crece más velozmente que el tráfico.

Sin embargo, en los dos últimos años ha habido una inversión sustancial en infraestructuras en todo el mundo, lo cual puede traer otro problema. La verdadera amenaza puede provenir de una reducción en el crecimiento del tráfico de Internet. De acuerdo con Andrew Odlyzko, del Minnesota Internet Traffic Studies de la Universidad de Minnesota una tasa de crecimiento de tráfico del 50%, combinada con una disminución constante en los costos de los equipos y el estancamiento de los ingresos medios apenas animan a la industria. Si el crecimiento del tráfico desciende se frenan tanto la demanda de conexiones de alta velocidad como la de nuevos equipos.

¿En qué quedamos? Exaflood o parálisis por inanición. La discusión es compleja pues existen muchos intereses en juego, por un lado tenemos a las empresas de telecomunicaciones que vienen desplegando infraestructura y por el otro a los proveedores de contenidos desarrollando servicios cada vez más demandantes de ancho de banda, en el medio tenemos a la administración que está empezando a solventar cada vez con mayor recurrencia el gasto de estas nuevas redes. La época no es buena, por razones que todos conocemos, para discusiones académicas, en este contexto no sonará descabellado uando algunos Estados volteen la cara para mirar a los proveedores de contenidos y les digan: – ¡Y cómo es! Paga tu también… 

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