El problema de la difusión de comunicaciones privadas como ilícito, en Gaceta Constitucional

El último número de la revista Gaceta Constitucional incluye un artículo mío titulado El problema de la difusión de comunicaciones privadas como ilícito (.pdf). El artículo discute el régimen legal aplicable a la difusión de comunicaciones telefónicas privadas y los intentos para declarar su ilicitud, ya sea administrativa o penal. El artículo es inédito pero se sustenta en varios de los posts que hemos escrito sobre el tema. El artículo se publica como parte de un dossier dedicado a la sentencia del Tribunal Constitucional en el Caso Quimper, junto a los artículos al respecto de Omar Sar, Natale Amprimo y Benji Espinoza.

El artículo también está disponible en SSRN.

¿Sobrevivirán las tiendas de libros?

Hace unos años Sean Dodson de The Guardian publicó una lista de las que a su juicio eran las diez librerías más bellas del mundo (Top shelves). Dodson situó a la cabeza de la lista a la Boekhandel Selexyz Dominicanen, en Maastricht. La antigua iglesia del siglo XII -hasta hace no mucho convertida en un patio de bicicletas- es ahora una preciosa librería que alberga infinidad de libros cuyas estanterías se entremezclan con la arquitectura gótica del lugar. Para Cristina Crisol (El discreto encanto de las librerías) tomar un café en el apacible altar de la antigua iglesia dominica es cuando menos una experiencia curiosa, religiosa podríamos decir.

Le sigue, la Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires. No es para menos. La magnífica librería porteña ocupa también un espacio reciclado, lo que fue el teatro Grand Splendid, mandado a construir en 1919 por el empresario austríaco Max Glücksmann sobre el diseño de los arquitectos Rafael Peró y Manuel Torres Armengol. La librería mantiene en su cúpula el mural original del italiano Nazareno Orlandi y esculturas de Troiani a los lados del escenario y en la marquesina de estilo griego. El Ateneo Grand Splendid recibe unos 3 mil visitantes diarios y vende más de 700 mil libros al año.

Otros lugares destacados en esta lista: Secret Headquarters del mundo del cómic en Los Angeles; Borders en Glasgow, alojada en el antiguo edificio de un banco; Scarthin´s en Cromford; Posada en Bruselas, especializada en libros de arte; y, El Péndulo de Polanco en México D.F.

Sin embargo, esta costumbre de ir a comprar y a disfrutar de los libros en un establecimiento especializado que los presenta y atesora con esmero puede que sea una rutina camino de la extinción. Al menos es lo que nos dicen Becker (Traditional Bookstores are Doomed) y Posner (Can Bookstores Survive? Prospects and  Consequences) en su blog y puede ser que tengan razón. Si Sean Dodson actualizara su lista de las librerías más bellas no podría incluir en ella a Borders de Glasgow pues cerró sus puertas en diciembre de 2009 acusando el golpe de los supermercados y de Amazon.

Para Becker la librería tradicional está condenada por los lectores de libros electrónicos (e-readers) y las compras por Internet. Joseph Schumpeter, acuño el término «destrucción creativa» para describir como las nuevas tecnologías causaban estragos en las viejas industrias. El proceso de destrucción creativa comenzó para las librerías tradicionales cuando Amazon ofreció enormes inventarios de libros, entregas rápidas, comentarios en línea y varios servicios que hicieron más eficiente y barato comprar libros por Internet.

Sin embargo, la disminución del número de librerías va en contra de la idea del desarrollo económico. El desarrollo supone la sustitución de las actividades que antes se realizaban en el hogar por el mercado. Las sociedades rurales producían sus propios alimentos, así como fabricaban gran parte de su ropa, entre otros productos necesarios para la vida diaria. Con el crecimiento económico, estas actividades  migraron hacia el mercado.

Con el desarrollo tecnológico aparecen lavadoras, secadoras, pequeños hornos para hacer pan, etc., generando que muchas actividades regresan de producirse en el mercado de nuevo al hogar. La revolución digital es otro paso en la tendencia de reducir al mínimo el tiempo en el proceso de compra. Becker cree que los libros aún se leerán en casa, pero cada vez más comúnmente serán comprados desde el hogar.

Para Posner, hay dos amenazas claras para las librerías. La más reciente es el libro electrónico. La otra, la compra de libros en línea.

Parece inevitable que el número de libros vendidos a través de las librerías se desplome. Los libros comprados en las librerías son más caros (por cubrir los costos de la librería) no sólo en lo que se refiere a su precio de venta, sino también para los clientes, pues éstos asumen el costo del tiempo de ir hacia y desde la librería, encontrar el libro y completar el proceso de compra (más costoso en tiempo que una compra en línea). La ventaja de las librerías es que permiten navegar por las estanterías y manipular los libros antes de comprarlos. Sin embargo, las tiendas on line están compensando estos beneficios con el desarrollo de programas de inteligencia artificial para recomendar libros, un inventario mucho más amplio, la facilidad de realizar búsquedas y permitir que los clientes vean parte del interior de los libros antes de ordenar la compra.

Hoy menos del 30 por ciento de los libros se compran en Internet, pero esta cifra crecerá hasta el 75 por ciento en pocos años. Muy pocas librerías podrán sobrevivir si sus ventas caen al 25 por ciento del nivel actual.

Esta sustitución de la cadena de distribución de libros generará un ahorro social importante y, al mismo tiempo, aumentarán la demanda al reducir el precio de venta minorista. Surge la pregunta si los editores saldrán perjudicados con este proceso. Posner cree que no. Generalmente un vendedor trata de minimizar sus costos de distribución. Pero hay una excepción cuando el distribuidor proporciona servicios de punto de venta que aumentan la demanda del producto. Esta es la razón para el mantenimiento de un precio de reventa: los fabricantes de algunos bienes fijan un precio piso por debajo del nivel al por menor para aumentar deliberadamente el margen de venta del minorista, con la esperanza de inducirlo a generar una mayor demanda. El personal de una librería, adecuadamente entrenado puede aumentar la demanda de libros. Pero estos servicios no van a garantizar la supervivencia de muchas librerías, pues habrán pocos clientes para solventar los costos fijos a un precio aceptable.

Posner concluye que esta situación no perjudicará a los editores dado que con el tiempo, las librerías en línea incluso mejorarán los servicios de punto de venta que ofrecen hoy las librerías tradicionales.

Interesante análisis el que realizan Posner y Becker. Aunque existen importantes temas que no son desarrollados en las entradas resumidas, como el impacto de la piratería de libros electrónicos que seguro también presionará los precios a la baja o el intercambio de libros electrónicos por los usuarios como sucede con la música o DVDs. Finalmente, las nuevas tecnologías no necesariamente aseguran precios bajos, allí tenemos el ejemplo de MacMillan (Macmillan Blitzkrieg) y su enfrentamiento con Amazon para que modificara su política de precios bajos en el Kindle.

Mis abuelos digitales

Este es un post diferente que hace tiempo quería escribir en respuesta a uno que leí hace poco preguntándose como serán los abuelos del futuro. Les tengo que decir que no hay que ir muy lejos en el ejercicio mental. Si bien este post no es precisamente sobre derecho si lo es sobre dos personitas que, quizás sin saberlo, han influido tremendamente en que yo ahora me encuentre escribiendo en esta tribuna sobre temas de tecnología desde la perspectiva legal. Se trata de mis abuelos (y quienes los conocen saben que me refiero a dos abuelos extraordinarios en todo el sentido de la palabra), los verdaderos abuelos del futuro de los que habla el artículo.

Cada uno de ellos incorporó desde muy joven la tecnología a sus vidas y lo sigue haciendo. Él un poco mas reacio a tener que operarla directamente pero muy consciente de su necesidad. No tipeaba en maquina de escribir pero era el primero en equipar la oficina con las máquinas de escribir que hacia fines de los ochentas permitían almacenar en la memoria algo de texto que era posible editar antes de su impresión final. Tenía muy claro que sin tecnología no había progreso y por eso se encargó de implementar uno de los estudios contables más modernos de la época en el Perú. La tecnología no es sólo cuestión de hardware sino más bien de como operarla correctamente y él parece haberlo entendido muy bien. Nunca olvido que en nuestras conversaciones siempre aparecen frases como «tecnología de punta», «lo último en», «non plus ultra» o «ya no ya» para referirse a algo realmente moderno. Habiendo escrito hasta lo que no se ha escrito en materia contable y siendo doctrina nacional se enteró de la llegada de Internet y luego de enterarse un poco de que se trataba, pide que le bajen documentos sobre los últimos acontecimientos contables. El correo electrónico o «imei» como él lo denomina, es una herramienta que le sirve mucho para comunicarse con amigos y colegas del mundo entero. Finalmente nunca voy a olvidar la primera vez que me preguntó a que me dedicaba calificándolo como «derecho cibernético».  Y sí, reniega cada vez que habla del Blackberry o de los dispositivos móviles refiriéndose a ellos como «esos aparatitos que te vuelven bruto, te aislan y son adictivos» pero, así no lo quiera reconocer, la tecnología ha formado parte de su vida y de su éxito profesional lo cual ha influido mucho en mí desde chico.

Mi abuela, toda una revolucionaria de la tecnología. Entusiasta y admirable. Aunque parezca difícil de creer, la historia que sigue es única. La relación de mi abuela y la tecnología han sido tan intensas que quizás ella no se haya dado cuenta de la enorme influencia que ha sido para mi verla como una de las mas distinguidas y empeñosas usuarias de la misma. Cuando yo ni siquiera existía compró un equipo reproductor de cintas musicales (recuerdo haberlo visto luego). Era grande como las primeras versiones de todo dispositivo tecnológico que sale al mercado y emitía un sonido hi-fi que inundaba la casa. Compraba también los equipos de radio más modernos para captar radios internacionales y complementó sus estudios de inglés con cassettes que oía a través del walkman. Todo esto en plenos años setenta y ochentas. Pero hay más. En plena fiebre de los juegos de video se compró un Maxplay (muchos lo deben recordar). Luego migró al Nintendo y pronto se volvió en la insuperable ganadora de todas las versiones de Mario Bros existentes y la campeona del Tetris. El tema no quedó ahí, luego decidió que era momento de convertir sus aficiones analógicas en digitales y adquirió una suerte de Palm donde podía romper records en los juegos de cartas que tanto le gustan como Carta Blanca y Solitario. La Palm quedó atrás y luego decidió que era momento de retomar los juegos de video y adquirió un Game Boy que hasta hoy conserva y que de vez en cuando la veo utilizar. Le compró un accesorio que es como una mini lampara que ayuda a ver mejor la pantalla. En el trabajo, empeñosamente aprendió a utilizar hojas de cálculo, Excel, en un momento de su vida en que probablemente no era necesario hacerlo. Recuerdo como hasta me enseñó algunos trucos que aprendió con mucho entusiasmo. Finalmente compró una maquina para correr con una faja en la que ambos hacen ejercicio religiosamente todas las mañanas.

Luego vino el Nextel, la laptop y el gran reto de enfrentarse a Internet, al que no le teme. Es más ya se abrió una cuenta de Skype para conversar conmigo a la distancia. No le teme ni al Facebook ni al Twitter y dibuja una sonrisa en su carita cuando le digo que ella puede jugar cartas en línea con otras personas. Mientras tanto ha decidido comprarse un Ipad, que es su nuevo gadget y cuyos apps de juegos ya domina casi a la perfección.

A ambos, principales motores inspiradores de mi vida, les confieso por primera vez que si no fui abogado tributarista para seguir el vinculo y el legado contable familiar quizás fue por esa invalorable influencia de tener abuelos (cada uno a su manera) tan tecnológicos, tan modernos y tan digitalmente inspiradores. A ustedes abuelos queridos les va dedicado este artículo, sigan inspirándome con su moderna forma de vivir una vida llena de éxitos y de motivaciones.

p.d.- Ni se imaginan que edad tienen.

p.d. 2.- Mientras escribía este artículo mi abuelo me manda un mensaje de voz por el Blackberry con el siguiente mensaje: «Como dijo Gonzales Prada los jovenes a la obra, los viejos a la tumba, yo soy un viejito joven. Chau«

 

Paper.li o cómo crear tu propio diario

Hace unas semanas, preguntaba a nuestro cobloguero @watsamara si sabía de alguna herramienta que permitiera crear una especie de periódico digital a partir de enlaces alimentados por el propio usuario. Buscamos algunas alternativas, pero ninguna me satisfizo. Pensé en ese momento -parafraseando a Balzac-, que si no existía, había que inventarlo.

Pero Watsamara no se rinde con facilidad y hace unos días me comentó de paper.li, una herramienta que se apoya en los mensajes con links de quienes seguimos en Twitter o Facebook (en realidad la información más valiosa) para crear una especie de diario como el que andaba buscando.

Como es sabido, muchos usuarios de Twitter confían más en el criterio de selección de su red social para identificar enlaces a noticias importantes que en las compilaciones que realizan los diarios tradicionales. Paper.li recoge los enlaces a noticias, fotos y vídeos de una cuenta en Twitter;  realiza una selección de estos vínculos a partir de un análisis que llama «herramientas de análisis semántico de texto» (semantic text analysis tools) -supongo que algo así como el algoritmo de Google o la fórmula de la Coca Cola- y, crea una página diaria editada a modo de los periódicos que vemos en Internet donde enlaces y contenido aparecen divididos en secciones contextuales.

¿Por qué hemos creado Paper.li? Se preguntan los creadores en su blog, la respuesta no es tan obvia: «no es por la sobrecarga de información es por la ausencia de un filtro«.

Si bien paper.li no es exactamente lo que venía buscando -no existe una real capacidad de autoedición-, me pareció una herramienta ingeniosa para dar un repaso a los enlaces más importantes que recibimos durante el día a través de Twitter o Facebook. La crónica de paper.li de Arturo Goga (aquí).

Paper.li es una creación de la startup suiza SmallRivers con sede en Lausanne y que opera desde el campus de la Escuela Politécnica Federal (École Polytechnique Fédérale De Lausanne, EPFL). No deja de valer para la anécdota que SmallRivers haya sido financiada en parte por la empresa de capital de riesgo Kima Ventures, uno de cuyos fundadores, Xavier Niel, adquirió recientemente el legendario diario francés Le Monde (Bussines Insider).

No es la única herramienta de esta naturaleza. The Tweeted Times (TT) permite crear un periódico virtual basado en el timeline de medios de prensa de una cuenta en Twitter o a partir de listas sugeridas por la propia aplicación. El inconveniente es que no se organiza en secciones basadas en temas, sino que constituye una larga cadena con los enlaces identificados por quienes seguimos en Twitter. No obstante, la ventaja de TT está en su regularidad, mientras que Paper.li se actualiza una vez al día, TT lo hace cada hora. Es probable que con el tiempo sigan apareciendo soluciones similares.

A estas alturas del debate sobre la supervivencia de la prensa o de su posible mutación en algo que todavía no sabemos qué será, es difícil saber si servicios del tipo Paper.li tendrán algún espacio en este ecosistema del futuro, sin embargo, no cabe duda que por el momento llenan un espacio en la dura tarea de organizar parte del frondoso bosque de información que vomitan (no se me ocurrió palabra más oportuna) diariamente las redes sociales. Incluso no sería descabellado que en un futuro los propios editores tradicionales integren estas herramienta dentro de los servicios provistos por el diario.

He empezado a utilizar Paper.li con regularidad y me parece que es una gran manera de ponernos al día sobre lo que se enlaza en Twitter. Sobre todo para quienes no estamos permanentemente conectados.

En realidad soy consciente que este tipo de servicios o como el Google News no nos entregan las noticias sino su eco, una reproducción de los contenidos más frecuentes, los más consultados, los más recomendados. La selección de esta selección siempre dejada a la sabiduría mecánica de un algoritmo. Luego vendrán los editores de los diarios, verdaderos sacrificados de la cultura del best off, a exigir un lugar dentro de este gran reparto informativo, ya que al fin y al cabo es a donde van a parar la mayoría de las rutas que seleccionan los algoritmos. Si los editores criticaron con dureza el Google News que es poco más que una colección de enlaces con su algoritmo, imagino lo que dirán si herramientas del tipo paper.li que descontectualizan totalmente el origen de la información se popularizan. Pero esta es otra historia.

¿Que dicen nuestros candidatos sobre tecnología?

En la lista de posts pendientes veo uno de Antonio Rodriguez donde pretende dar una cobertura más amplia de las propuestas de tecnología en la campaña electoral peruana. Sin embargo vale mencionar la iniciada por Erick Iriarte en la que el elemento medular es la tecnología. Erick es abogado y lleva buen tiempo ligado al mundo de la tecnología. La experiencia de Iriarte en el terreno de las políticas públicas contribuye a que haya logrado delinear una interesante propuesta que se articula sobre cuatro líneas de trabajo:

Línea 1: #internetparatodos – #bandaancha #privacidad #industriadecontenidos #accesibilidad #neutralidad #usabilidad #egov #e-waste #tic4d

Línea 2: #industriasculturales – #musica #cineperuano #software #juegos #folklore #acceso #derechosdeautor #sociedadesdegestion #video #papel

Línea 3: #medioambiente – #e-waste #reciclaje #especiesprotegidas #areasprotegidas #calidaddevida #cambioclimatico #ticsverdes

Línea 4: #patrimoniocultural – #areasprotegidas #industriacultural #patrimonioinmaterial #cocinaperuana #marinera #tondero #folklore

Llaman en particular mi atención las dos primeras.

La primera porque es necesario que desde el Congreso se siga desarrollando incentivos para la constitución de industrias sólidas de contenidos basadas en un adecuado equilibrio entre la protección y el acceso razonable. Para ello es necesario garantizar un acceso igualitario a Internet, esta nueva plataforma que nos sigue sorprendiendo por su potencialidad para la difusión del conocimiento. Sin embargo, Internet no es la panacea ya que hay muchas conductas que se generan en ella que requieren ser reguladas de manera razonable y con una clara comprensión del fenómeno tecnológico que está detrás. Por ejemplo, la privacidad de los usuarios.

La segunda línea de trabajo se vincula a un tema que me apasiona y es la propiedad intelectual, la tecnología y las industrias de contenidos. No tiene sentido que sigamos firmando tratados de libre comercio importando normativa dirigida a proteger propiedad intelectual extranjera. Es necesario que nos convirtamos en un país productor y creador de contenidos y dejar de ser un pasivo consumidor de los mismos. Creemos más propietarios de propiedad intelectual. Es necesario que los peruanos innovemos pero de manera responsable y respaldados por una regulación razonable y sobre todo PROMOTORA de la actividad creativa.

No es novedad que las industrias culturales y del entretenimiento en países como Estados Unidos constituyen un importante aporte al PBI. No vayamos tan lejos y veamos el caso colombiano. Pensemos en la cantidad de música colombiana que consumimos en el Perú, ya sea a través de la radio, en fiestas, bares, restaurantes y discotecas. Sin duda mucho más que la peruana. Recuerdo que a mediados de los noventas Shakira hacía sus pininos, Aterciopelados aparecía en el ranking de MTV y Carlos Vives lanzaba la «Gota Fría» estilizando y exportando el vallenato a nivel regional. Por ahí se hablaba lejanamente de la movida musical colombiana. ¿Quien hablaba de novelas, miniseries, cine y teatro colombiano por la misma época? Hoy tenemos a «Betty La Fea» traducida a miles de idiomas, novelas y miniseries colombianas que inundan nuestras pantallas y un festival latinoamericano de teatro que se ha colocado en uno de los más importantes de la región y tiene como sede la ciudad de Bogotá. Si bien son solo ejemplos, forman parte de una política integral que involucra a los privados y al Estado. Por lo tanto, es cuestión de abrir un poco más la mente y ver en la cultura y el entretenimiento un eje de desarrollo para el país, formalizar y desarrollar una industria que aporte al PBI y nos beneficie a todos.

Ayer Augusto Townsend Klinge de «El Comercio» comentaba en Facebook: «Amigos, esta vez no comentaré un artículo periodístico sino un aviso que ha salido hoy en varios diarios. Se trata del Manifiesto por la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que pone sobre el tapete la necesidad de tener, como país, una política de incentivo a la investigación y el desarrollo«. Hoy leo el excelente artículo de Oppenheimer sobre el desafío peruano publicado en el diario «El País» donde el analista indica «La economía de Perú creció un 8,8% en 2010, y tuvo una inflación inferior al 2%» (…) «Pero lo cierto es que Perú todavía no ha salido del pozo» (…) «El crecimiento de Perú no será duradero si el país no toma medidas para mejorar sus niveles de educación, tecnología e infraestructura, para ser más competitivo a nivel mundial«. Nada tan cierto e importante como para que sea tomado en cuenta por nuestros candidatos.