Como le ha pasado a casi todas las personas que conozco en Lima, hace unas semanas me robaron mi teléfono celular. Sucedió en la conglomeración de un concierto y la verdad no me di cuenta de cuándo pasó. Pero nunca pensé que eso me daría una experiencia de primera mano del sobre cómo funciona el bajo mundo de teléfonos robados en Perú.
Como cualquier usuario responsable de un iPhone, mi teléfono tenía dos medidas de seguridad contra terceros: una contraseña numérica de bloqueo y la modalidad de “Buscar mi iPhone”. Lo primero me daba la tranquilidad de que toda la información conservada en mi teléfono estaba cifrada y solo era accesible usando mi contraseña o mi huella digital. La configuración “Buscar mi iPhone” no solo permitía geolocalizar en tiempo real el equipo desde cualquier otro teléfono o computadora conectada a Internet, sino también bloquearlo o borrarlo remotamente si quería.[1]
Obviamente, lo primero que hice inmediatamente después de echarlo en falta fue colocarlo en “Modo Perdido”. Esto significa que el iPhone queda bloqueado, impedido de hacer o recibir llamadas, mensajes de texto o notificaciones de cualquier tipo. Además, todos los desplazamientos geográficos del equipo pasan a quedar registrados en un mapa y me eran notificados por correo. El equipo inmediatamente pasa a modo de ahorro de batería, no puede ser puesto en Modo Avión ni se puede apagar el WiFi, aunque sí puede ser apagado manualmente.