La semana pasada abrí mi cuenta de Facebook y encontré algo que llamó mucho mi atención. Cual epidemia, muchos de mis contactos habían instalado una aplicación denominada «Mis Observadores». Aparentemente la famosa aplicación permitía visualizar quienes de tus contactos habían visitado recientemente tu perfil (algo así como el popular programa que te permitía saber quien te había bloqueado en Hotmail MSN ). Claramente algo extraño había en esta famosa aplicación ya que de pronto aparecía como «observador» de muchos perfiles de amigos que no había visitado en mucho tiempo. Todo ello me generó una reflexión mayor.
No es novedad hablar de los enormes riesgos que en términos de privacidad genera Facebook e Internet en general. Sin embargo con el transcurso del tiempo la empresa (Facebook) ha ido brindado distintas opciones para que los propios usuarios bloqueen o restringan el acceso a su perfil y, por ende, resguarden su privacidad. Sin embargo una cosa es Facebook y otra las aplicaciones desarolladas para Facebook por terceros, sobre las que la Facebook no tiene ningún control. Tal es el caso de conocidas aplicaciones como Crazy Combi, Farmville entre otras muy populares que fluyen a través de la referida red social.
Decidí investigar un poco más y me percaté de un detalle que probablemente, dada la ansiedad de los internautas en llenar su perfil de aplicaciones, puede pasar desapercibida y que me pareció pertinente compartir con ustedes. Cuando uno decide utilizar una aplicación en Facebook visualiza una imagen muy parecida a esta:
Nótese claramente la advertencia «al continuar, estás permitiendo que Birthday Calendar obtenga acceso a tu información y estás aceptando las Condiciones de Uso de Facebook«.
Por su parte los términos y condiciones de uso de Facebook indican lo siguiente:
«When you add an application and use Platform, your content and information is shared with the application. We require applications to respect your privacy settings, but your agreement with that application will control how the application can use the content and information you share».
Si bien luego, los términos y condiciones presentan una serie de obligaciones que deberán cumplir los desarrolladores de aplicaciones, lo cierto es que una vez que accedieron a información privada cualquier medida de control es bastante limitada. Lo que en buena cuenta estamos haciendo cuando aceptamos e instalamos una aplicación en nuestro perfil es dando acceso y autorizando a ese tercero extraño a nuestra información personal.
Al parecer «Mis observadores» resultó siendo un bluff que lo único que buscaba era lograr acceso a información personal probablemente con la finalidad de comercializar luego esta información y armar bases de datos para el envío de publicidad. Quizás podría ser parte de una red de secuestradores que estaban interesados en los datos personales de algunas personas en especial para perpetrar un delito. El abanico de posibilidades es enorme y por ahora nos movemos en el terreno de la especulación. No obstante ello, es importante advertir sobre el valor de nuestros datos personales en la sociedad de la información y la facilidad con la que, sin reparar en ello, la entregamos a terceros de manera irrestricta para su posterior tratamiento y explotación.
En otros países el tema genera mucha preocupación (ver aquí y aquí). Sin embargo en nuestro país estos temas vinculados al Internet y la privacidad parecen no ser de mucho interés salvo contada excepciones. Por ejemplo, en Europa hace varios años se viene hablando del derecho a la protección de los datos personales como un nuevo derecho fundamental que regula la recogida y tratamiento de los datos personales sin consentimiento de sus titulares. Es más existe amplia regulación y jurisprudencia al respecto.
Tal como señalamos en una entrega anterior, en nuestro país el proyecto de ley de protección de datos personales que promocionó allá por el año 2004 el Ministerio de Justicia nunca vio la luz. Más aún, en todo el debate sobre el Código de Consumo, tampoco aparece ninguna mención a la protección de los datos personales, aspecto que sí se encuentra recogido en la legislación comparada. Lo paradójico es que contamos con una prometedora iniciativa denominada Registro «Gracias No Insista» y con una innovadora legislación antispam que claramente pretenden atacar la publicidad comercial invasiva y no solicitada, sin embargo nos hemos olvidado de los insumos que sirven para que dicha publicidad se consume, es decir, de nuestros queridos datos personales.
Por el momento los dejamos con estas reflexiones y con algunas sugerencias del jefe de la División de Investigación de Delitos de Alta Tecnología, Óscar Gonzáles, quien, entre otras cosas, aporta una valiosa recomendación con la que coincidimos: hay que «tener más cuidado con la información personal que se proporciona a través de las redes como Facebook, Twiter y Hi5″.