Los siguientes dos años en el Perú serán años electorales. Pocos periodos como el actual han estado tan marcados por el juego de estrategias políticas de uno y otro lado con tanta anticipación a los comicios. A diferencia de otras campañas, la competencia esta vez también estará en Internet. La presencia de candidatos y sus campañas en Internet impacta directamente: (i) en los votantes que cuentan con un medio de expresión (blogs, foros, comentarios, Facebook) a través de los cuales pueden manifestar sus opiniones e intercambiarlas a un costo relativamente bajo; y, (ii) en los votantes que utilizan la red como fuente de información y acceden tanto a medios de noticias como a los blogs y medios producidos por los votantes del primer grupo.
A diferencia de lo que sucedía en nuestro pequeño mundo analógico, la red nos ofrece infinitas posibilidades de intercambio de información. No cabe duda de que tener acceso a miles de foros, listas de interés, blogs y periódicos independientes resulta un elemento valioso para las bases de un diálogo democrático. El que existan distintas alternativas de acceso a la información implica, naturalmente, que los consumidores demandarán aquella que valoren más en función de sus intereses. La arquitectura de la red potencia esta soberanía del consumidor, permitiendo que uno pueda tener total poder de decisión sobre los temas respecto de los cuales quiere y no quiere informarse. La idea del periódico personalizado, como el servicio Google News, logra que uno pueda leer solo lo que nos interesa. En el escenario analógico, un universo de personas que antes accedían a un número relativamente bajo de fuentes informativas estaban expuestas a leer noticias que no le interesaban en absoluto o que no sabía que podían interesarle. Ahora, se produce una distorsión interesante: si una persona solo está interesada en un conjunto de temas afines, tiene la capacidad de elegir no verse expuesta a una serie de otros temas.
Sin embargo, ¿la posibilidad de que una persona esté en la capacidad de evadir informarse de los temas que, en principio, parecen no interesarle directamente es un peligro? ¿Acaso esta potestad no está comprendida dentro de la libertad de información reconocida en la Constitución? Cass R. Sunstein, profesor de la Universidad de Harvard y actual director de la Office of Information and Regulatory Affairs de la Casa Blanca nos dice que, efectivamente, esta libertad pone en riesgo las nociones sobre las que se construyó la democracia en los países occidentales (Republic 2.0. Princeton: Princeton University Press, 2007). Un sistema de libertad de expresión, para Sunstein, debe de cumplir con dos requisitos distintivos: (i) que las personas estén expuestas a información que no hayan seleccionado previamente; y, (ii) que un importante número de ciudadanos cuente con un rango de experiencias comunes.
Sunstein sostiene que el derecho a la libertad de expresión, en su faceta de libertad de información, importó para el desarrollo de países como Estados Unidos en tanto garantizaba la posibilidad de los ciudadanos de acceder a una agenda de temas de interés social (“la más grande amenaza para la libertad son los ciudadanos inertes”, diría el Juez Brandeis) . El fenómeno actual de la soberanía del consumidor de servicios informativos mina este presupuesto y contiene la posibilidad de generar fragmentación y extremismo. Antes, mientras partidarios de distintos puntos de vista se veían expuestos a opiniones divergentes dada la escasa oferta de medios, las opiniones tendían a converger en ciertos aspectos y la toma de decisiones funcionaba. En el contexto actual, una gran cantidad de personas pueden congregarse alrededor de fuentes con las que compartan puntos de vista, lo que logra polarizar las opiniones y claramente eleva los costos de un acuerdo conjunto entre diferentes puntos de vista.
¿Es importante esta discusión para el Perú? Yo creo que sí, en tanto se lea como una recomendación a no perder de vista los temas de interés nacional y se comprenda la importancia de tener un rango de información común. Sería absurdo proponer que el Estado regule este aspecto obligando a los medios en Internet a dar cobertura a distintos temas, o a los usuarios mismos a acceder obligatoriamente a ellos. El mercado peruano de Internet, aunque ya importante, está en una etapa de desarrollo. Tampoco hay que engañarse pensando que este fenómeno afectaría a la inmensa mayoría de votantes. Este debate es importante para lo que se viene. Quienes tenemos la oportunidad de ejercer nuestros derechos a la libertad de expresión e información a través de Internet tenemos también un deber: el de colaborar en la formación de un debate heterogéneo. Creo que iniciativas como la llamada de atención a los medios sobre la cobertura del friaje, el impacto del Baguazo en Twitter o el debate sobre la compensación por copia privada son un excelente ejemplo de ello.